Donald Trump, presidente de Estados Unidos, anunció el miércoles planes para imponer aranceles de hasta el 25% a las importaciones de automóviles, ampliando la guerra comercial global que inició al volver a la Casa Blanca, medida que expertos de la industria esperan que aumente los precios y frene la producción.
“Lo que vamos a hacer es un arancel del 25% para todos los coches que no se fabriquen en Estados Unidos”, dijo Trump en un acto en el Salón Oval. “Empezamos con una base del 2.5%, que es en lo que estamos, y vamos al 25%”.
Trump lleva tiempo prometiendo aranceles más altos a los vehículos importados, y el momento del anuncio sugiere que coincidirían con sus planes del 2 de abril de gravámenes recíprocos dirigidos a los países responsables del grueso del déficit comercial estadounidense.
Trump, que ve los aranceles como una herramienta para recaudar ingresos con los que compensar sus prometidos recortes de impuestos y reactivar una base industrial en declive desde hace tiempo, lleva semanas prometiendo anunciar esos gravámenes, y posiblemente algunos aranceles sectoriales adicionales el 2 de abril.
Desde que asumió el cargo el 20 de enero, Trump ha anunciado y retrasado aranceles a Canadá y México por lo que alega es su papel en permitir la entrada del opioide fentanilo en el país y ha establecido impuestos a la importación de bienes procedentes de China por la misma razón.
También ha lanzado fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio; y ha anunciado en repetidas ocasiones sus planes de anunciar gravámenes recíprocos globales el 2 de abril.
Las acciones de los fabricantes de automóviles que cotizan en bolsa en Estados Unidos cayeron antes del anuncio, debido a la preocupación de que los aranceles impacten negativamente en una industria automotriz mundial que se está tambaleando ante la incertidumbre causada por las rápidas amenazas arancelarias de Trump y sus ocasionales retrocesos.
Los aranceles también podrían aumentar el costo de los automóviles para los consumidores en miles de dólares, lo que afectaría las ventas de vehículos nuevos y provocaría la pérdida de empleos, ya que la industria automotriz estadounidense depende en gran medida de piezas importadas, según el Centro de Investigación Automotriz.
(Con información de Aristegui Noticias)